miércoles, julio 16, 2025

Diálogo con el economista HERNAN NEYRA

viernes, julio 11, 2025

Los recortes que enferman: crónica de una emergencia anunciada

 Por Daniel Kiper


En la calle, bajo un frío sin clemencia, madres y padres alzan sus voces con más esperanza que fuerza, como quien grita para no morirse del todo. En el Congreso, al calor de intereses y estrategias, se disputa una sesión que ya no es técnica ni legislativa: es moral. Porque hoy no se debate una ley, sino un límite. Y ese límite —tan invisible como concreto— es el que separa a un país humano de uno desalmado.

A esta hora, miles marchan por la aprobación de la Ley de Emergencia en Discapacidad. Pero la emergencia, seamos sinceros, no empezó hoy. Viene gestándose en silencio desde que la motosierra fiscal del gobierno comenzó a segar sin mirar. Recortar en discapacidad no es un ahorro: es un acto de crueldad deliberada. Y no es metáfora. Es literal. Porque los recortes de salud enferman. Porque la omisión —cuando es política— también es violencia.

Ningún país se mide por sus recortes, sino por la dignidad con que trata a quienes no pueden valerse por sí solos. Y la Argentina que hoy se gobierna desde un Excel y según dictan algoritmos, parece haber olvidado que nuestras vidas —y con mayor razón las vidas de las personas con discapacidad— no caben en una planilla de cálculo. El derecho a la rehabilitación, al transporte, a la medicación, al acompañamiento, no es una dádiva ni un privilegio: es una obligación constitucional.

Las pensiones se demoran. Las coberturas se caen. Las familias deben judicializar cada asistencia como si fueran a mendigar un favor. Y mientras tanto, funcionarios de traje repiten —desde la comodidad de sus despachos y defendiendo sus sueldos millonarios— la palabra “ajuste” como si se tratara de una virtud cívica y no de una amputación ética.

Lo que hasta ayer parecía un drama administrativo, hoy amenaza con transformarse en tragedia institucional. Porque el presidente Javier Milei —con esa mezcla de soberbia tecnocrática y crueldad performática— ya anticipó que vetará la ley si el Senado la aprueba. “No hay plata”, repite como dogma. Y si el Congreso insiste, “judicializaremos la cuestión”, advirtió su vocero. Es decir: no solo recortan, también impiden que otros reparen.

Como si fuera poco, la ministra Patricia Bullrich —quizás la única capaz de endurecer aún más la escena— declaró que el país no puede ser “rehén de los reclamos de discapacidad”, como si el derecho a vivir con dignidad fuera un chantaje y no una exigencia constitucional. Alguien debería recordarle que, en democracia, el único rehén es el pueblo cuando sus derechos son pisoteados por el poder.

Gabriel García Márquez escribió que “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla.” ¿Qué recordaremos nosotros de este tiempo? ¿Qué relato quedará? ¿El de los indicadores macroeconómicos o el de los niños con discapacidad que dejaron de ir a terapia? ¿El de un superávit fugaz o el de los adultos mayores que ya no acceden a una silla de ruedas por decisión de funcionarios que ostentan el lujo con el desparpajo de los impunes?

Y si la pregunta duele, más duele la respuesta. Porque ya no se trata de negligencia. Es doctrina. Es decisión. Es modelo. Esparta —esa cuna del fanatismo militar— arrojaba a los recién nacidos con discapacidad a una fosa común llamada Apothetai, en las laderas del monte Taigeto. Según relatan autores como Plutarco, los ancianos del clan inspeccionaban al recién nacido: si no era sano y fuerte, lo abandonaban allí para que muriera. Creían que así preservaban la fortaleza del pueblo.

Hoy, en versión moderna y posmoderna, ciertos gobiernos optan por abandonar a quienes más necesitan, con argumentos que suenan sofisticados pero que ocultan la misma brutalidad.

En Mendoza, en Córdoba, en Tucumán, en Rosario, las protestas se multiplican porque la necesidad ya desbordó la paciencia. No es ideología, es desesperación. No es oposición, es humanidad. Pero el poder, cuando se envalentona, no escucha. Y cuando no escucha, degrada. Y cuando degrada, se degrada.

La salud pública no se sostiene con discursos abstractos ni con contabilidad contorsionista. Se sostiene con recursos, con decisiones, con sensibilidad. Y sobre todo, con una convicción simple pero urgente: que el Estado debe estar donde duele. No para observar el dolor, sino para aliviarlo.

Hoy el Senado tiene una oportunidad, pero también una deuda. Aprobar la Ley de Emergencia en Discapacidad no va a reparar todo lo dañado. Pero puede ser el primer acto decente en medio de una indecencia sostenida. Un mínimo gesto de cordura en el centro de una política cada vez más alejada del sufrimiento del pueblo.

Porque ajustar en discapacidad no es un sacrificio: es una renuncia. Y lo que se pierde cuando se renuncia a los más vulnerables, no se recupera con ningún superávit.

Y al final del día —cuando se apaguen las cámaras y queden solo los pasos arrastrados de quienes vuelvan a sus casas sin respuestas— quedará una pregunta:

¿Qué tipo de país somos cuando miramos a los ojos del que más nos necesita, y aún así elegimos mirar para otro lado?

jueves, junio 26, 2025

Entrevista en streaming a DANIEL KIPER

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martes, junio 10, 2025

Coexisten dos Argentinas económicas

 Por Alejandro Rofman


Caída de las ventas de los negocios minoristas en el mes de mayo del 2025 con respecto al mes similar del año 2024.
La CAME es una entidad que reúne a un amplio sector de pequeñas y medianas empresas productivas del país que realiza todos los meses una encuesta
muy amplia de sus firmas asociadas en torno a la evolución de las ventas de tales negocios. Los datos
se dan a conocer referidos al mes anterior de la encuesta por medio de la prensa oral y escrita y son considerados por autoridades gubernamentales y el mundo
empresarial como altamente representativos de la evolución de la actividad del comercio al por menor
en todo el territorio nacional.
Por estos días el dato al que hacemos referencia fue informado, mostrando un comportamiento inesperado. La CAME reveló que su encuesta marcó que
tales ventas del citado mes de mayo del 2025 con relación al mismo mes del año anterior se redujeron en
valores constantes en un 2,9 %. Este índice negativo ya venia
mostrando una tendencia declinante desde la información correspondiente al mes de enero de este año con relación al mismo mes del año anterior En enero las ventas minoristas
habían crecido año a año el 25,5 % en términos reales lo que se explica debido a la fuerte contracción de la
demanda general de las familias que tuvo lugar luego del importante salto inflacionario de dicho mes debido a la devaluación del 118 % que sufrió nuestra moneda
apenas asumió el gobierno nacional actual. Tal incremento singular supuso un shock inflacionario que, al no ser compensado con aumentos de ingresos de todo tipo recibido por las familias implicó una fuerte contracción de la demanda en el año 2024 que se fue recomponiendo
durante todo el citado año. Pero en forma persistente tal expansión reparadora del desastre económico derivado de la decisión de la nueva administración de producir una
fuerte caída de nuestro peso apenas asumió se fue debilitando mes a mes en este año 2025 En febrero la recomposición ya fue del 24 % entre 2025 y 2024, en marzo
disminuyó al 10,5 %, en abril se contrajo al 3,7 % positivo y
ahora, en mayo, se volvió negativo el valor comparativo. 
Así, el consumo vuelve a tornarse una dimensión
contractiva. Ello se explica por cuanto los ingresos que se habían perdido habían logrado recuperar parte de esa perdida luego del derrumbe de la primera parte del 2024 Pese a tal
repunte de dichos ingresos nunca volvieron a los niveles de noviembre del 2023. La ultima información del INDEC estipula que los sueldos de los trabajadores registrados
cayeron un 6,1 % por debajo, en términos reales, de los niveles de noviembre del 2023 previo a la asunción del gobierno de Milei. 
En la misma dirección se registraron notorios descensos en el monto de las jubilaciones. Si se toman los datos oficiales del trimestre abril-junio el índice del haber jubilatorio con el bono de los 70 000 pesos para los jubilados de más
bajos ingresos registro una caída del 15,7 % en relación al ultimo trimestre del gobierno anterior.

En suma: estamos frente a un retroceso sensible del ingreso disponible de los trabajadores activos y pasivos que en su conjunto representan un porcentaje en torno a
las dos terceras partes del empleo formal y de los receptores de jubilaciones y pensiones del ANSES
Desde CAME se afirmo al respecto: en los últimos meses la actividad comercial experimento una leve retracción en un contexto caracterizado por una menor disponibilidad de recursos, ajustes de precios, etc… 
En mayo se advirtió una tendencia hacia compras más medidas, una circulación algo reducida en los
centros comerciales y una competencia creciente con los canales en line y con los formatos informales”.

Por tanto, llegamos a esta conclusión: el debilitamiento del consumo con su impacto negativo en
los comercios de proximidad, pequeños y medianos supermercados barriales y establecimientos situados en barrios populares- que no incluye el experimentado en
mayoristas y cadenas grandes de supermercados - marca una segmentación de la demanda que se está tornando cada vez mas heterogénea. Así, coexiste una franja muy
importante de consumidores que se endeudan o reducen ingesta diaria de alimentos, para cubrir sus necesidades básicas y sectores minoritarios que reciben creciente ingreso o hacen uso de ahorros acumulados en épocas previas para gastarlo sin que los afecte la depresión general. 

sábado, junio 07, 2025

Thiago Correa: el precio inocente de una política criminal irracional

Por Daniel KIPER


Hoy no hay palabras que puedan mitigar el dolor. Solo el silencio respetuoso frente al abismo. Acompañamos con profundo pesar a la familia de Thiago Correa, ese niño de siete años que murió tras recibir un balazo en la cabeza, disparado —presuntamente— por un policía que intentaba defenderse.
Pero ¿de quién? ¿Y con qué marco de legalidad y racionalidad?

Detrás de esa bala no está solo el dedo nervioso de un joven agente, sino también la mano invisible pero poderosa del Estado, encarnada hoy en una política de seguridad que rompe los límites de la legalidad, de la necesidad y de la racionalidad.
Debo decirlo con claridad: el uso de la fuerza tiene límites, tanto en el plano normativo —establecidos por el derecho interno e internacional— como en el plano ético, que exige respetar la vida como un valor sagrado, incluso la vida de quien ha roto la paz social al cometer un delito.

La ministra Patricia Bullrich ha venido instalando, con tono beligerante, una idea tan simplista como peligrosa: “la policía está para imponer el orden a tiros si hace falta”. Bajo esta consigna, se legitima el uso indiscriminado de la fuerza, se entrena a los agentes en una lógica de guerra y se borra la línea entre el delincuente y el sospechoso, entre el agresor y el peatón.
En la guerra, señora ministra, también mueren inocentes.

Diputados como José Luis Espert aplauden desde las gradas, exigiendo “más balas, menos garantismo”, mientras la realidad devuelve cuerpos. Y a veces, como ahora, el cuerpo sin vida de un niño inocente.

Lo que estos dirigentes llaman “mano dura” no es más que una claudicación del Estado como garante de la vida, la seguridad y los derechos humanos. La verdadera firmeza no es gritar ni disparar, sino proteger sin matar.

La muerte de Thiago no fue un accidente. Fue una consecuencia directa de una política de seguridad irracional, construida sobre slogans y discursos de odio, que transforma a la seguridad en espectáculo, al policía en verdugo y a la sociedad en un campo de batalla.
¿Qué formación puede tener un joven de 21 años con un arma en la cintura y una narrativa oficial que lo induce a disparar primero y pensar después? Así fue como disparó once veces. Una de esas balas habría impactado en Thiago, víctima angelical e inocente.

Thiago murió porque alguien creyó que para combatir la inseguridad hay que responder con más violencia, más miedo, más plomo. Pero la seguridad no se construye desde el gatillo fácil, sino desde el tejido social, la inclusión, el respeto por la ley y una formación profesional seria y humana de las fuerzas de seguridad.

Hoy Thiago es un símbolo. De lo que nunca debió pasar. Y de lo que aún estamos a tiempo de impedir, si recuperamos el sentido del Estado, de la justicia, de la racionalidad y de la humanidad.

miércoles, junio 04, 2025

Audio de Construcción Plural del 040625

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martes, mayo 27, 2025

Empanadas, Porsche y la Desconexión del Poder: Cuando el Ministro No Entiende al Pueblo

 

Por Daniel Kiper



Esta semana, la realidad argentina volvió a mostrar su rostro más absurdo —y a la vez más revelador— en un cruce inesperado entre el actor Ricardo Darín y el ministro de Economía, Luis Caputo. El disparador fue una frase simple, directa y dolorosamente real: “Una docena de empanadas cuesta 47.000 pesos”, señaló Darín en una entrevista que intentaba ponerle cifras concretas al drama cotidiano que atraviesan millones de argentinos. Lo que podría haber servido como punto de partida para una reflexión seria sobre el deterioro del poder adquisitivo y el impacto real de la inflación, derivó en un exabrupto despectivo del Ministro Caputo, que eligió burlarse del problema y transformar el debate en una comparación tan absurda como ofensiva: comprar empanadas de calidad sería —según él— como comprarse un Porsche. Un lujo. Un capricho. Un privilegio de pocos. El mensaje es demoledor. Y, lamentablemente, coherente con el rumbo del gobierno al que representa. Cuando comer es un lujo ¿Qué significa que el Ministro de Economía equipare un plato de empanadas con un auto de alta gama? Significa, en primer lugar, que ha perdido —si alguna vez la tuvo— toda conexión con la vida cotidiana del ciudadano de a pie. Significa también que ha olvidado (o decide ignorar) que la comida no es un lujo: es un derecho. Una necesidad básica. Un termómetro de la dignidad social. ¿Acaso Caputo no advierte que para un jubilado, un trabajador informal o un empleado con salario mínimo, $47.000 o incluso $17.000 representan un porcentaje abrumador de sus ingresos mensuales? ¿Qué sentido tiene ironizar con un Porsche cuando la mitad de la población está por debajo de la línea de pobreza? Las empanadas, señor Ministro, no son un lujo. Son parte de la cultura popular, un símbolo de la mesa argentina, y en muchos hogares, la única comida caliente del día. Descalificarlas por su precio o por provenir de un local de calidad es como decir que los argentinos solo tienen derecho a comer pan duro o fideos con aceite. ¿Ese es el modelo de país que propone? Las empanadas y el 25 de mayo: más que comida, identidad Decir que las empanadas son un lujo no solo denota desprecio por las condiciones sociales actuales; también desconoce la historia y la identidad nacional. Las empanadas no son solo una comida: son parte del ADN cultural argentino. El 25 de mayo de 1810 —fecha que marca el nacimiento político de la patria— se celebra, en cada rincón del país, con un locro, un pastelito… y una buena empanada. Están en nuestras fechas patrias, en las mesas familiares, en los clubes, en las esquinas de barrio. Son un símbolo de pertenencia, de encuentro, de historia viva. Reducirlas a “lujo” es amputar de un tajo ese lazo invisible que nos une como comunidad. Un privilegio reservado a la élite La frase de Caputo no es un exabrupto aislado. Es el síntoma de una visión profundamente elitista del Estado, de la economía y de la sociedad. Una visión donde todo lo bueno —lo sabroso, lo estético, lo saludable, lo digno— se transforma en “lujo”, y todo lo barato, en norma. No importa si empobrece el cuerpo o el alma. Hay que acostumbrarse, nos dicen. Este modelo, que consagra la exclusividad como valor supremo, convierte a la mesa familiar en un santuario inaccesible. No por sagrada, sino por prohibida. Y transforma al Ministro de Economía —que debería garantizar el acceso equitativo a los bienes básicos— en un custodio de la escasez, que encima se burla de quienes la sufren. Un país que se come a sí mismo Argentina está frente a una paradoja cruel: produce alimentos de altísima calidad, pero cada vez más argentinos no pueden acceder a ellos. La reacción de Darín fue la de un ciudadano que se niega a naturalizar lo inaceptable. La respuesta de Caputo, en cambio, fue la de un funcionario que ya no distingue entre una crítica sensata y un capricho burgués.

Comparar un plato típico con un auto de lujo no es solo una torpeza comunicacional: es un acto de cinismo. Es retratar, sin filtros, la filosofía de un gobierno que ve en el ajuste una virtud moral y en el bienestar popular, una amenaza al orden. Y que convierte el acceso a una empanada —¡una empanada!— en símbolo de ostentación. Pero el verdadero lujo, en esta Argentina de 2025, no es comer empanadas. El verdadero lujo es gobernar sin sensibilidad, sin pudor y sin respeto por el sufrimiento de millones. Eso sí que no se lo puede permitir ningún país.