jueves, abril 18, 2024

Audio de Construcción plural del 170424

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miércoles, abril 10, 2024

Audio de CP del 100424

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Audio Construcción Plural del 090424

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jueves, abril 04, 2024

El Audio de CP del 040424

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miércoles, marzo 27, 2024

El Audio de Construcción plural el 26-03-24

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viernes, marzo 15, 2024

La venganza será terrible

 Por Carlos Fara


Derrota innecesaria del gobierno en el Senado por el bendito DNU. Si hubiera aceptado la propuesta de la ley espejo –convertir al decreto en una ley- ahora podría ser Javier “Algunaley”, pero sigue siendo “Sinley”. Mientras tanto pasaron 95 días y tiene las manos vacías: sin ley ómnibus y con un decreto herido de muerte en los vericuetos de la justicia. Este episodio del decreto -si el oficialismo no le hubiera puesto tanta épica- podría haber pasado a ser una anécdota. Pero lo más importante es que delata un sistema conceptual de este período presidencial.
En primer lugar, el gobierno parte del supuesto que la gobernabilidad –ergo el Congreso y la justicia- no es un problema en sí mismo, que se puede vivir haciendo un permanente bypass a las instituciones. Más allá de la cuestión republicana, cuando no se tiene el poder legislativo a favor surgen tres escenarios: 1) el gobierno cierra el parlamento (Fujimori) o mete presos a legisladores (Correa); 2) negocia cómo puede y utiliza hasta el último milímetro del poder presidencial; o 3) sale volando por la ventana (Castillo, Lasso).
En segundo lugar, existe la presunción de que gana la partida en el clivaje la gente vs. la casta. Esto es muy relativo porque: 1) la opinión pública es volátil, más aún en situación de crisis grave; 2) sin resultados a la vista, tarde o temprano ese clivaje se desdibuja; 3) los electores votan poder, es decir, capacidad de hacer; victimizarse frente a los políticos tradicionales nunca alcanza; y 4) suponer que estas victorias simbólicas –derrotas políticas disfrazadas de épica- van a tender a dar un resultado electoral impactante dentro de 19 meses es ser muy optimista. Supongamos que LLA obtiene el mismo resultado que el año pasado, podría duplicar su bloque de diputados, es decir, pasar de 37 a 74; aun así, está muy lejos de no depender de construir consensos con opositores dialoguistas. 
En tercer término, no queda claro que el equipo presidencial haya comprendido por qué se cayó la ley ómnibus. Todo parece indicar que el oficialismo quiere volver a presentar un proyecto menos amplio… pero a libro cerrado. Ese es el mejor camino para otro fracaso. Si no hay un clima de entendimiento político que haga progresar en diversos temas, todo se traba y el 25 de Mayo puede pasar tres cosas: 1) el gobierno desiste de un anuncio rimbombante y dice que la casta confirma sus peores presunciones; 2) se hace un acto un tanto escuálido con mandatarios que se prestan a para la foto, sin mucha expectativa, para que Milei no haga un papelón; o 3) van muchos o todos a sacar una foto “pour la galerie” y firman un papel mojado que será letra muerta.
En cuarto término, la conducción libertaria descarta -¿o rechaza?- cualquier tipo de contención política. ¿Cuánto tiene la sesión del senado un pase de facturas de Villarruel por la marginación política que le impusieron desde la mesa chica? ¿los consensos se arman solo con los gobernadores, solo con los legisladores nacionales, o hay que armar un combo? ¿al primer error cualquier funcionario paga los platos rotos y lo echan por televisión? ¿qué tenía que ver el secretario de trabajo con el error del área de legal y técnica? ¿ese sistema decisorio anima a la tropa a tomar riesgos o a ser extremadamente cautelosa?
Algunos gobernadores le hicieron la gamba al gobierno para que evitar el tratamiento de la actualización jubilatoria en diputados. No quieren hacer olas porque saben que, si no, todos pagan los platos rotos. Es un gesto de buena onda para ayudar a un clima de negociación. Pero ¿qué pasa si el oficialismo insiste con ley a libro cerrado? ¿podrán hacer caer el DNU también en la cámara baja? En “Mileilandia” todo es posible. Como que por primera vez una cámara del Congreso rechace un decreto de este tipo.
Más allá del decreto con dudas sobre la necesidad y la urgencia, esta semana el presidente pareció transmitir que “yo no creo en los formadores de precios… pero que los hay, los hay”. Las reuniones con los supermercadistas y los empresarios parecen dar cuenta de que la ley de la oferta y la demanda no estaría funcionando tan bien como lo imaginaba Von Mises: el Estado –con mejores modales que Moreno- parece que algo tiene que hacer. Como no convalidar acuerdos salariales, y ni hablar si ponen en práctica un nuevo dólar soja como el del creativo Sergio Tomás Copperfield. Al final, la caja de herramientas es limitada.
La política transcurre en una montaña rusa. Empezó la semana con una fuerte reacción por el campo minado por el narcotráfico que es Rosario, a lo cual le puso algunos condimentos. Más allá de algunas cuestiones efectistas, manejado por una super entrenada Bullrich, le puede traer algunas buenas noticias al gobierno, no encapsulado solo en la economía. Sin embargo, así como eso pudo haber sido una subida –más allá de las espantosas desgracias personales- tuvo una bajada con el affaire del decreto de los salarios de los funcionarios. El índice inflacionario tuvo su festejo exultante (una vez más), pero luego entró en el pantanal del conflicto por las importaciones, reflejo de la preocupación respecto a que marzo no trae viento a favor, además de la fenomenal recesión con el menor uso de la capacidad instalada desde 2002.
Nos acercamos rápidamente a los 100 días de gobierno, que son un gran mito. La sociedad no saca conclusiones acabadas antes de los 6 meses, y a veces más, así como buenos comienzos no implica que no habrá tropiezos fuertes tarde o temprano. Pero un tropezón no es caída, y hasta de las peores situaciones puede haber recuperación. Pero los dialoguistas no tienen con quién dialogar, y los que dialogan desde la Casa Rosada no tienen suficiente poder. 
En algún momento de su vida Villarruel debe haber leído “la venganza es un plato que se come frío”. Se cree que esta frase se popularizó en el siglo XIX gracias a la obra de teatro «Les Liaisons Dangereuses» del autor francés Pierre Choderlos de Laclos. A su estilo, Dolina popularizó “La venganza será terrible”.


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jueves, marzo 14, 2024

El Audio de Construcción plural del 130324

Escucha"Construcción Plural - Programa 1119" en Spreaker.

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jueves, marzo 07, 2024

¿Se espesa la niebla de la guerra en Ucrania?

 Por Alberto Hutschenreuter



Durante los últimos días se produjo una "fuga hacia delante" en la guerra que tiene lugar en Ucrania, pues hubo voces y hechos que podrían terminar de excluir la lógica de la diplomacia y afirmar la lógica de la escalada de violencia.

Tanto desde Rusia como desde Occidente, es decir, el segmento estratégico de la guerra en Ucrania, los mensajes provenientes desde las mayores autoridades como asimismo los hechos que en paralelo sucedieron, por primera vez han empujado más la confrontación hacia un escenario casi irreductible, el peor sin duda de los posibles cursos. Es decir, el escenario donde (todas) las partes van soltando los amarres que todavía sujetan la confrontación a posibles salidas negociadas, para buscar la victoria final de una de las partes.

Un escenario de confrontación irreductible implica que otros posibles cursos se cierren, por caso, el de una salida sin victoriosos ni derrotados, es decir, un equilibrio entre la posibilidad geográfica y la imposibilidad geopolítica para Ucrania, y la posibilidad geopolítica y la imposibilidad geográfica para Rusia. Ello, básicamente, significa que Kiev marche finalmente hacia Occidente, pero "pagando" el precio territorial, mientras que Moscú lograría un poco de profundidad estratégica frente a una OTAN en sus adyacencias.

Hay que reconocer que este esquema es complejo, pues Ucrania no está dispuesta a realizar tal sacrificio; además, la desconfianza relativa con los propósitos de Moscú es muy grande. Por último, ello significaría un categórico golpe al derecho internacional y una muy precaria seguridad en el futuro.

Pero si se agota la asistencia occidental, difícilmente Kiev pueda sostener la guerra. Incluso si llegara a contar con asistencia, deberá hacer frente a la falta de soldados. De modo que podría ser la parte que termine por "capitular".

Ahora, sucede que Europa parece haber despertado de su largo letargo antigeopolítico y parece decidida a evitar el desmoronamiento de Ucrania. Europa cada vez se muestra más firme en impedir que Rusia logre consolidar ganancias. Consideremos los siguientes hechos: el audio en el que el mismo Inspector de la Fuerza Aérea de Alemania conversa con otras altas autoridades de la Bundeswehr sobre la necesidad de suministrar misiles de alta precisión Taurus (de un rango de 500 kilómetros) para atacar el "puente del este", que no puede ser otro que el Puente de Kerch que une el territorio de la Federación Rusa con la península de Crimea; los dichos del presidente Emmanuel Macron sobre un eventual envío de efectivos a Ucrania; en paralelo al mayor ejercicio que realiza la OTAN desde el fin de la Guerra Fría, esta semana la Alianza inició las maniobras militares Nordic Response 2024 al norte de Noruega, Finlandia y Suecia, cerca de la frontera rusa; en clave casi alarmante  y con el horizonte electoral en Estados Unidos,  se levantaron voces en Europa en relación con la construcción de una capacidad de respuesta puramente europea para "recuperar" los "treinta perezosos", como los denomina el británico François Heisbourg a las tres últimas décadas durante las cuales Europa continuó apacible en su zona de confort estratégico; recientemente, Europa amplió sanciones a Rusia, etc.

Resulta curioso que sea Europa la que se muestre más proactiva que Estados Unidos en continuar y aumentar la asistencia a Ucrania, sobre todo en un momento de fatiga de guerra y con tenues señales de disposición a conversaciones. Más todavía, sea Europa la que por su condición de potencia normativa no intente blandir su mayor activo desde esa calidad de actor internacional distintivo: la diplomacia.

Sin duda que Europa debe estratégica y geopolíticamente pensarse a sí misma si verdaderamente aspira a ser potencia cabal y trabajar por un robusto marco de seguridad continental. Pero acaso la situación no es para afirmar el "momento estratégico europeo", como lo denominó George Friedman, sino para intentar un cese de la violencia, alguna tregua, congelamiento, moratoria, pues de lo contrario podría no solo continuar la guerra, sino sufrir un escalamiento. Y una escalada de la guerra podría volver realidad los escenarios más temidos, es decir, la extensión del teatro bélico y, muy posiblemente, el descenso de lo que hasta hoy ha sido el segmento estratégico de la guerra, la confrontación latente entre Occidente y Rusia, hacia segmento táctico. En semejante escenario, el número de muertos y heridos se elevaría hasta el paroxismo.

En breve, pareciera que se espesa la niebla en la guerra, pero no en el sentido de confusión al que se refería Clausewitz en su gran obra, sino en el sentido de complejidad sobre el rumbo de la guerra. La confrontación se encuentra en un punto muerto engañoso. Es cierto que ninguna de las partes puede imponerse totalmente a la otra, pero la violencia prosigue. En este cuadro, tres escenarios se despliegan: continuidad militar especulatoria, cese (precario de fuego, pero cese al fin) y radicalización de la guerra, casi un Armagedón otra vez en Europa.